Las líneas que nos dirigen y nos orientan son performativas y se establecen mediante la repetición de normas y convenciones.
Seguir orientaciones predeterminadas supone alinearse con la experiencia normativa blanca y cis-heterosexual que se impone como universal, limitando la expansión y el despliegue de cuerpos que se desvían del arquetipo. Esto provoca efectos desorientadores en aquellas identidades disidentes, que experimentan orientaciones fallidas al no ajustarse con lo establecido.
Sin embargo, la desorientación debe funcionar como una herramienta para crear otras posibilidades. Al rechazar volver a la rectitud, las corporalidades queer se mantienen en una posición oblícua que nos permite crear nuevas formas de realidad y de diseño más inclusivas y diversas.
Esta investigación propone un posible mapa como dispositivo desorientador para desarrollar una mirada queer y una práctica desviada.
Un mapa para perderse, una guía para extrañarse, divagar en el desorden, activando otras perspectivas; cuestionando y poniendo en crisis los pilares que nos dan forma. Como resultado se generan dos piezas: Un posible mapa desorientado y Una posible memoria desorientada que nacen de las lecturas “Fenomenología Queer: orientaciones, objetos, otros” de Sara Ahmed y “El arte queer del fracaso” de Jack Halberstam.